No seas una muñeca rusa
De niña me encantaba desempolvar esas muñequitas de madera porque más que un oficio lo veía como un juego. Cuando destapaba una encontraba otra adentro, y esa tenía otra, hasta que al final tenía cinco muñecas idénticas, solo que de distintos tamaños. Se llaman “Matrioshkas” o muñecas rusas. Son una artesanía tradicional rusa creada en 1890, suelen venderse como souvenir y su característica principal es que se encuentran huecas por dentro, de tal manera que en su interior albergan otra muñeca. O sea, están llenas de sí mismas. Para que nos entendamos, te mostraré dos imágenes.
Pues bien, me parece que si nos descuidamos, tu y yo podemos volvernos unas Matrioshkas, sí, llenas solamente de nosotras mismas. En otras palabras, es fácil volvernos egoístas porque en realidad nuestra naturaleza pecaminosa nace siendo así. Es muy notorio en los niños, por ejemplo. Pero los adultos no nos se quedamos atrás…
Nosotras somos hijas de un Dios que se dio a sí mismo, por lo tanto, ahora no se supone que el egoísmo nos caracterice. Pero el egocentrismo, esa búsqueda de tus propios intereses, puede ser tan habitual en tu vida que ni si quieras te das cuenta que lo practicas. Así que es necesario una mirada profunda a tu interior para ver si estas llena de ti misma. Las siguientes tres áreas pueden ser muy buenas referencias para empezar esa evaluación, al contestar sinceramente las preguntas a continuación:
Tus Conversaciones
¿Haces preguntas sobre la vida de la persona con quien estas hablando?
¿Te detienes a escuchar?
Cuando hay alguna diferencia, ¿solo te importa presentar el mejor argumento y ganar?
¿Piensas si lo que vas a decir puede herir de alguna manera a la otra persona?
¿Interrumpes con frecuencia?
Si te están contando algo con entusiasmo, ¿respondes que a ti te pasó algo mucho mejor?
No hagan nada por egoísmo o vanidad; más bien, con humildad consideren a los demás como superiores a ustedes mismos. Cada uno debe velar no solo por sus propios intereses, sino también por los intereses de los demás. Filipenses 2:3-4 NVI
Tu dinero
¿Ofrendas regularmente a tu iglesia local?
¿Aportas a los gastos de tu hogar?
¿Piensas en hacer algún regalo a tus seres queridos por sus cumpleaños?
Si visitas a algún enfermo, ¿te animas en comprar y llevarle algún detalle o en colaborar con sus medicinas?
¿Ayudas a alguna causa benéfica o misionera?
¿Te cuesta desprenderte de algo que ya no usas y regalarlo?
El alma generosa será prosperada; y el que saciare, él también será saciado. Proverbios 11:25
Tu tiempo
¿Buscas oportunidades de servir a tu familia?
¿Estás involucrada en algún ministerio?
¿Estás invirtiendo en la vida de alguien a través de discipulado?
¿Dedicas tiempo de oración para interceder por las necesidades de otros?
¿Estás dispuesta a dedicar menos tiempo en redes sociales y más tiempo en conversaciones personales?
¿Tienes tu tiempo devocional cada día para llenarte de la palabra de Dios en comunión y oración con Él?
No sé tú, pero yo me veo muy confrontada, muy retada con estas preguntas. Pero la evaluación siempre es el primer y mejor paso para empezar a mejorar y cambiar. Es una tarea difícil, pues las personas no siempre te van a agradecer, no se darán cuenta de todos los sacrificios que haces para poder estar disponible para ellos y ayudarles, es más, probablemente nunca hagan algo por ti de vuelta. Pero eso no importa, porque no estarás buscando tu propio bien. Tu motivación será agradar a Dios y tu fin beneficiar a las personas. Entonces, ahí encontrarás satisfacción y gozo.
Cada uno de nosotros agrade a su prójimo en lo que es bueno, para edificación. Porque ni aún Cristo se agradó a sí mismo… Romanos 15:2-3
Jesús vino para dar su vida y para servir, nosotras deberíamos estar haciendo lo mismo.
Porque el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos. Marcos 10:45