Amor que permanece
Pensando en la historia de Jesús y su proceso de crucifición me vino a la mente escribir sobre un amor que es intencional, se sacrifica y se entrega sin condición alguna. No sé tu, pero si yo hubiera estado en los zapatos de Jesús al momento de su crucifición hubiera considerado bajarme de esa cruz y no seguir sufriendo por un pueblo que en vez de agradecer mi sacrificio decide burlarse e inflingir aún más dolor sobre mi.
Es muy difícil amor a otros, especialmente cuando nuestro amor no es valorado.
Hay muchas enseñanzas que podemos sacar de la decisión de Jesús de mantenerse colgado en la cruz aunque la reacción de aquellos por los cuales El estaba llevando a cabo ese sacrificio no fue nada agradable. Este tipo de sacrificio me lleva a cuestionar la forma en que amo a otros. ¿Qué tipo de amor práctico? ¿Es mi amor el resultado de una reciprocidad o amo desmedidamente?
Vivimos en un mundo en donde amar es producto de emociones o sentimientos. Estoy segura que has escuchado declaraciones, tales como “Se me fue el amor”, “Ya no estoy enamorado”, “Se perdió algo en el camino”. Lo real es que la cultura en la que vivimos desde pequeñas nos ha ido enseñando sutilmente (y no tan sutilmente) que el amor es producto de un sentimiento que una vez se va ya no se puede hacer nada al respecto.
Cuando vamos a la palabra y leemos pasajes como 1 Corintios 13, Romanos 5:5, nos damos cuenta de un tipo de amor que a pesar de (dificultades, peleas, malos entendidos, errores) está comprometido a amar. Contrario a lo que muchos creen el amor no es un sentimiento, sino más bien una decisión. El amor de Jesús es el mejor ejemplo de esto. Jesús nos amó a pesar de que: estábamos muertas en nuestros delitos y pecados, le rechazamos, no le reconocimos como Dios.
Estamos llamadas a ser conformadas a la imagen de Cristo, y parte del proceso de ser como Jesús conlleva adoptar actitudes, cualidades, y formas de pensar que caracterizaron la vida de Jesús. Teniendo esto en cuenta, hoy vamos a enfocarnos en tres formas en la que Jesús amó.
Jesús nos enseña de un amor que es:
Intencional
Más Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros. Romanos 5:8
Un amor intencional conlleva sacrificio pues si somos honestas existen personas que dificultan nuestro capacidad de amarles correctamente. Las buenas noticias es que no es imposible, aunque si difícil. Habrá momentos en que desearás dejar de hablar con alguien simplemente porque esa persona te hirió de alguna forma. Sin embargo, cada relación que tengas en algún momento te herirá pues relaciones están compuestas de personas imperfectas. La clave está en saber si el amigo, pareja, familiar que es parte de tu vida te hiere como resultado de ser imperfecto (a) versus de costumbre sin remordimiento alguno.
Hay personas con las cuales estaremos mejor sin ellas. Crear límites saludables es válido y aceptado por Jesús pues el nos enseña a amar a nuestro prójimo como a nosotras mismas.
Sacrificial
Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados.
Isaías 53:5
El hecho de que Jesús aceptó llevar sobre El el castigo de nuestra paz nos enseña de un amor que se sacrifica. Jesús decidió sufrir por la humanidad dándonos por medio de ese sacrificio esperanza, salvación, y vida eterna. Si Jesús se hubiera llevado de sus emociones y hubiera reaccionado ante el rechazo, humillación y dolor que muchos le estaban ocasionando la historia de redención de la que hoy Tu y Yo somos parte no hubiera sido posible.
Incondicional
Nosotros le amamos a El porque el nos amó primero.
I Juan 4:19
Este verso bíblico es anti-cultural. Lo normal hoy en día es amar como resultado del amor que otros ya nos han demostrado. Tememos ser vulnerables y ser las primeras en mostrar afecto a otros. Entiendo que es riesgoso el ser vulnerables y amar a otros con todo el corazón pero éste es el tipo de amor que Jesús nos modeló. Atrévete a amar primero. Algunas veces amar primero implica ser lo suficientemente humilde y ser la primera en pedir perdón (aun cuando entiendes que tienes la razón), llamar a aquel amigo que tienes un tiempo largo sin hablar, o hacer bien a otros aunque entiendas que no se lo merecen.
Somos hijas de Dios y como hijas de Dios estamos llamadas a ser la diferencia. En un mundo donde el YO es prioridad, seguir el ejemplo de Cristo puede impactar la vida de muchos. Ora a Dios por sabiduria y el coraje de amar intencional, sacrificial e incondicionalmente. Pero también ora para que Dios te ayude a cultivar relaciones saludables.