Ana: Un ejemplo de feminidad
La palabra feminidad es atribuida al “conjunto de características físicas, psíquicas o morales que se consideran propias de la mujer o de lo femenino, en oposición a lo masculino.” En otras palabras, la feminidad tiene que ver con aquellos roles y atributos que distinguen a la mujer del hombre. A lo largo de la Biblia podemos ver ejemplo de mujeres que hicieron un buen uso de su feminidad.
En esta entrada vamos a hablar sobre la vida de Ana. Ana mayormente es conocida por su petición contestada de tener un hijo. Sin embargo, si analizamos de cerca el proceso que Ana vivió y su actitud mientras esperaba por su milagro podemos ver una mujer que en lugar de apoyarse en su propias fuerzas, decidió confiar en el Señor.
Ana estuvo dispuesto a someterse a la voluntad de Dios. El feminismo promueve la idea de no estar por debajo de nadie. El feminismo promueve una actitud rebelde en donde lo único que importa son mis deseos y preferencias. Ana nos modela un ejemplo de feminidad que se somete a la voluntad de Dios y sus planes.
La historia de Ana se desarrolla en 1 Samuel 1. Ana era esposa de Elcaná, quien tenía otra esposa que se llamaba Penina. Penina tenía hijos con Elcaná mientras que Ana no había podido concebir hijos “porque el Señor no le permitía tener hijos”. Esta era una situación que le causaba mucha tristeza a Ana, al punto que Ana dejaba de comer y lloraba mucho. Si nos ponemos unos minutos en los zapatos de Ana, podriámos entender un poco más en cuán difícil situación se encontraba. Encima de todo esto, Ana tenía que lidiar con la burla de Penina.
Es importante hacer énfasis en el hecho de que Ana no podía tener hijos porque el Señor no se lo permitiía. No sé tú pero muchas veces que he querido algo y Dios no lo ha suplido en lugar de acercarme más a Él, mi reacción ha sido distanciarme a raíz de la decepción de no ver cumplido mi deseo/petición. Sin embargo, Ana se acercaba más a Dios y oraba constantemente en busca de una respuesta.
Otras cualidades que podemos observar en Ana es su sabiduría y prudencia. Basado en la historia podemos ver como Ana no se puso a pelear con Penina como resultado de su burla. Esto hubiera causado un gran problema para la familia y hubiera puesto a Elcaná en una situación aún más difícil. Ana tampoco trató de ayudar a Dios de ninguna forma. Ana no se “empoderó”. Ana simplemente dejó que Dios peleara su batalla.
Vivimos en un tiempo en donde se motiva a la mujer a empoderarse. Esto ha logrado que no le demos la oportunidad al Señor de obrar en nuestras vidas y circunstancias. El empoderarnos nos puede llevar a menospreciar a Dios y Su soberanía. Ana es un ejemplo de no confiar en nosotras y nuestros medios sino derramar nuestro corazón y humillarnos delante del Señor.
Tiffany Ortiz
¿Qué podemos aprender de la vida de Ana?
Uno de nuestros roles como hijas de Dios es ser ayuda idónea. La forma en como Ana se manejó frente a la burla de Penina y al mismo tiempo frente a su petición no cumplida nos muestra la vida de una mujer que por su sabiduría edificó su casa en vez de derrumbarla. Ana no se victimizó ni se escudó de su desafortunada situación para actuar de forma inapropiada.
Ana fue una mujer que entendió que Dios era el único que podía cambiar su situación y por la misma razón su atención debía estar enfocada en El y nadie más. Te animo a que dejes que Dios pelee tus batallas. A veces queremos ayudar a Dios para que haga lo que nuestro corazón desea. Aprendamos a confiar en el cuidado y tiempo de Dios.
“Porque sol y escudo es el Señor Dios; gracia y gloria da el Señor; nada bueno niega a los que andan en integridad.” Salmos 84:11