Aquí nadie tiene nada
Era un día muy soleado y algunos familiares (dígase algunos tíos, primos, mi mama y mi abuelo) y yo habíamos planeado hacer un viaje a la playa. Al llegar empezamos a ver la zona para escoger una buena palmera donde quedarnos bajo su sombra durante el día, mientras no estábamos en el agua. Y fue así, encontramos una sombra perfecta que abarcaba lo suficiente para la cantidad de personas que fuimos a refrescarnos un poco… hasta que se nos acercó un señor a pedirnos que nos moviéramos porque, resulta y viene a ser, que donde estábamos le pertenecía al hotel que estaba mucho más atrás. ¿Qué? Es decir, estábamos en la playa pública y más popular de nuestra ciudad y debemos movernos ? Todos quedamos indignados por lo que se nos estaba pidiendo pues quedábamos más cerca de la playa que del hotel y ni siquiera estábamos ocupando sillas o mesas de ellos, de hecho estábamos lejos de esa área.
Mi tío, que no aceptó lo que se nos pedía, así por así, sostuvo un diálogo con el guardia dando argumentos para justificar nuestra ubicación, entre ellos la ley que indica la cantidad de metros que se mantiene público a la orilla de la playa, etc. En realidad yo ya me estaba cansando y hubiera preferido movernos y evitar aquello… mi abuelo, que siempre tiene cuentos e historias, se acercó y le preguntó: es que usted no ha escuchado el coro que dice:
Aquí nadie tiene na’
Aquí nadie tiene na’
Aquí nadie tiene na’
Todo esto es de Jehová
Esa intervención de mi abuelo amenizó todo y a todos.
Eso me hace pensar en cuánto luchamos y trabajamos por obtener cosas, cuanto nos aferramos a nuestras pertenencias, posesiones, nuestras cosas. Por supuesto existen las propiedades privadas y deben ser respetadas, pero piensa en cuanto el ser humano se afana y jacta de lo que tiene y al final de cuentas todo quedara aquí, porque nada hemos traído a este mundo, y sin duda nada podremos sacar. (1ra Timoteo 6:7).
Quiero que reflexionemos en cómo vemos nuestra vida y lo que nos rodea. ¿Acaso solo pensamos en qué es lo siguiente que puedo obtener, o vivo día tras día consciente de que de Jehová es la tierra y su plenitud; El mundo, y los que en él habitan. (Salmos 24:1)?
Creo que si tenemos esta visión podremos valorar más lo que es realmente valioso, (como el tiempo, las personas, nuestra comunión con Dios) y podemos darle la gloria y alabanza a Dios por lo que ha creado, ya sea una simple palmera como un gran océano. Además nos volveremos más generosos, compartiremos lo que se nos ha dado a sabiendas de que no es mío, yo solo lo estoy administrando.
Quiero que juntas podamos meditar en este día que todo cuanto tenemos pertenece al Señor y que pidamos en oración que Él nos dé sabiduría para usarlo de forma honrosa para El.